La economía de una región depende, en primer lugar, de los recursos del suelo en sí. Desde ese punto de vista, Egipto poseía lo esencial. El fondo del Valle estaba constituido por un terreno excelente, idóneo para la agricultura. En las montañas que corren a lo largo del río, afloraban rocas utilizables y minerales corrientes o preciosos. Los animales y plantas ofrecían amplias posibilidades a la domesticación y al cultivo. La habilidad y el número de los habitantes, cuya vida favorecía un clima benigno, permitía sacar provecho de esta riqueza natural y utilizarla para procurar al país las materias de primera necesidad de que carecía: esencialmente, y desde el principio, la madera, los perfumes litúrgicos, la plata y más tarde, el hierro. Además según la latitud del valle se obtienen suelos más o menos idóneos para los cereales, las legumbres, las verduras o las plantas forrajeras para el ganado. Esta región constituye un centro de fabricación de grandes cantidades de piezas de alfarería.
Las diferentes clases de piedra permitían al arquitecto o al escultor una grandísima variedad en el empleo del material; los barcos se encuentran cerca del Nilo y el transporte se veía facilitado por ello. Las piedras preciosas y semipreciosas no son raras tan poco. El Sinaí era tierra privilegiada: además de turquesas, había malaquita. En el desierto del este, se explotaban el cuarzo, la calcita y el feldespato verde. El mar rojo abundaba el coral. Por una parte la agricultura, la ganadería, la caza, y la pesca encontraban, al fondo del valle o en la linde de la tierra negra, un terreno sumamente idóneo y de fácil explotación. Por otra parte las minas de los desiertos ofrecían a la industria las materias primas sin las cuales no hubiera podido crearse verdaderamente.
Hasta tal punto que Egipto era un país rico y conocido como tal entre vecinos. Pero incluso las materias de que carecía desempeñaron un importantísimo papel en su vida económica, pues muy tempranamente le obligaron a crear un comercio. Una de ellas era de primerísima necesidad: la madera. La acacia del Nilo no alcanza gran altura, y su tronco es nudoso y curvo. Puesto que los barcos del río requerían los grandes pinos o abetos.
Los metales de primera necesidad existían en cantidad suficiente. El cobre del Sinaí fue conocido tempranamente. Se encuentran diferentes minerales de hierro en Egipto, en el desierto de oriental, desde Sinaí hasta Asuán. En cambio no existía la plata en estado puro; se la encontraba en mayor o menor cantidad en el oro. Así pues desempeño cierto papel en el comercio de importación.
Algunos de los productos esenciales que se importaban eran los perfumes litúrgicos, tales como el olíbano, el ládano y la resina de terebinto. Una de las particularidades de esta economía egipcia era que quizá obedecía más a imperativos religiosos y teológicos que a imperativos estrictamente financieros.
Las diferentes clases de piedra permitían al arquitecto o al escultor una grandísima variedad en el empleo del material; los barcos se encuentran cerca del Nilo y el transporte se veía facilitado por ello. Las piedras preciosas y semipreciosas no son raras tan poco. El Sinaí era tierra privilegiada: además de turquesas, había malaquita. En el desierto del este, se explotaban el cuarzo, la calcita y el feldespato verde. El mar rojo abundaba el coral. Por una parte la agricultura, la ganadería, la caza, y la pesca encontraban, al fondo del valle o en la linde de la tierra negra, un terreno sumamente idóneo y de fácil explotación. Por otra parte las minas de los desiertos ofrecían a la industria las materias primas sin las cuales no hubiera podido crearse verdaderamente.
Hasta tal punto que Egipto era un país rico y conocido como tal entre vecinos. Pero incluso las materias de que carecía desempeñaron un importantísimo papel en su vida económica, pues muy tempranamente le obligaron a crear un comercio. Una de ellas era de primerísima necesidad: la madera. La acacia del Nilo no alcanza gran altura, y su tronco es nudoso y curvo. Puesto que los barcos del río requerían los grandes pinos o abetos.
Los metales de primera necesidad existían en cantidad suficiente. El cobre del Sinaí fue conocido tempranamente. Se encuentran diferentes minerales de hierro en Egipto, en el desierto de oriental, desde Sinaí hasta Asuán. En cambio no existía la plata en estado puro; se la encontraba en mayor o menor cantidad en el oro. Así pues desempeño cierto papel en el comercio de importación.
Algunos de los productos esenciales que se importaban eran los perfumes litúrgicos, tales como el olíbano, el ládano y la resina de terebinto. Una de las particularidades de esta economía egipcia era que quizá obedecía más a imperativos religiosos y teológicos que a imperativos estrictamente financieros.
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