El periodo es uno de los más importantes de historia egipcia.
La XVIII dinastía
Durante Ahmosis se conocen muchos templos en los que restauró el culto como prueba de agradecimiento a los dioses por las victorias que le concedían en sus luchas. Este no traslado la capital, sino que se mantuvo en Tebas. Lo sucedió su hijo Amenofis, este superó aún a su padre en la protección concedida a los templos.
Thutmosis I, este faraón comenzó las guerras más allá de la frontera oriental. Erigió una estela en el Naharin para señalar el límite de su Imperio.
Se presentó el problema sucesorio, puesto que Thutmosis I no tenía heredero varón. Así que la princesa heredera Hatshepsut se casó con un príncipe, llamado también Thutmosis. Al morir Thutmosis II dejó dos hijas legítimas y un hijo ilegitimo a un niño. Se recurrió legitimar al heredero al darle por esposa una hija de Thutmosis II y Hatshepsut.
Esta se declaró regente y de hecho usurpó el poder durante veintidós años. Conocido el carácter que después manifiesta Thutmosis III, sorprende que durante tanto tiempo se dejase dominar por su tía, la cual procuraba legitimar su usurpación, mediante el mito de la teogamia con que decoró una de las paredes de su templo funerario. Con este mito hacia del dios Amón su padre carnal, que la había designado como reina de Egipto. No se conformó con ser reina, sino que incluso quiso ser rey: se vistió de hombre, prescindió de las formas femeninas de su nombre y adoptó los títulos tradicionales de los faraones. Su reinado tuvo importancia para las relaciones con el mundo exterior, por las expediciones que se llevaron a cabo.
A la muerte de la reina, Thutmosis III, el verdadero fundador del Imperio Egipcio, pudo cumplir sus funciones monárquicas. Sus primeros actos fueron ordenar la supresión del nombre de su predecesora en los monumentos que había construido. Su reinado fue glorioso, tanto en las grandes conquistas realizadas, como a las hermosas obras arquitectónicas construidas. Debido a la política pacifista de la reina Hatshepsut, los dominios egipcios en Siria se habían perdido, y ni una sola de las ciudades prestaba homenaje al faraón egipcio. El gran choque de los confederados y el nuevo soberano no se hizo esperar. Luego Thutmosis III se dedicó a organizar el territorio conquistado. El faraón regresó triunfante a Tebas. Las huellas de su actividad pueden seguirse hasta más allá de la tercera catarata. Por esta actividad de conquistador, y por su labor de soberano ilustrado, su nombre, entre la larga lista de faraones de todas las dinastías, solo es comparable al de Ramsés II.
Después de cincuenta y cuatro años de reinado dejaba a su hijo Amenofis II un imperio como ningún faraón antes que él había logrado, el nuevo soberano continúo la política de su padre, tanto en el interior como en el exterior. Se hizo famoso por su fuerza física y por la dureza con que castigó a sus enemigos. Le sucedió su hijo Thutmosis IV, sólo se conoce una campaña asiática.
A la muerte de la reina, Thutmosis III, el verdadero fundador del Imperio Egipcio, pudo cumplir sus funciones monárquicas. Sus primeros actos fueron ordenar la supresión del nombre de su predecesora en los monumentos que había construido. Su reinado fue glorioso, tanto en las grandes conquistas realizadas, como a las hermosas obras arquitectónicas construidas. Debido a la política pacifista de la reina Hatshepsut, los dominios egipcios en Siria se habían perdido, y ni una sola de las ciudades prestaba homenaje al faraón egipcio. El gran choque de los confederados y el nuevo soberano no se hizo esperar. Luego Thutmosis III se dedicó a organizar el territorio conquistado. El faraón regresó triunfante a Tebas. Las huellas de su actividad pueden seguirse hasta más allá de la tercera catarata. Por esta actividad de conquistador, y por su labor de soberano ilustrado, su nombre, entre la larga lista de faraones de todas las dinastías, solo es comparable al de Ramsés II.
Después de cincuenta y cuatro años de reinado dejaba a su hijo Amenofis II un imperio como ningún faraón antes que él había logrado, el nuevo soberano continúo la política de su padre, tanto en el interior como en el exterior. Se hizo famoso por su fuerza física y por la dureza con que castigó a sus enemigos. Le sucedió su hijo Thutmosis IV, sólo se conoce una campaña asiática.
Amenofis III continuó la política de buenas relaciones con los asiáticos. Durante Amenofis IV, Egipto dirige toda la vida política de Oriente. Un hombre soñador y aficionado a las especulaciones filosóficas, esposo de la bella Nefertitis. Se sentía inclinado a no emprender nuevas campañas.
Dinastía XIX
El fundador de la nueva dinastía fue Ramsés I, ya era un hombre entrado en años, pues el segundo año de su reinado nombró corregente a su hijo, Sethi I.
Después de tanto tiempo, Egipto volvió a tener en Sethi I el monarca guerrero que reclamaban las circunstancias. Este se apoderó de muchas ciudades. La obra de Sethi I fue continuada por su hijo Ramsés II.
Ramsés II es conocido con el sobrenombre de “el Grande” titulo honorifico que ganó no solo por sus empresas guerreras, sino ante todo, por su vasta actividad en materia de construcciones monumentales. Al finalizar su reinado, de sesenta y siete años, notábase ya en el país los primeros síntomas de la decadencia que lo llevaría a la ruina. En el reinado de Mineptah Egipto cayó de nuevo en un periodo de decadencia.
Dinastia XX
Sethnakht, cuyo origen se desconoce, acabo con la anarquia, expulso a los extrangeros y preestablecio el orden. Su reinado fue muy corto, pues al cabo de un par de años dejo la corona a su hijo Ramsès III quien ya habia estado asociado al trono anteriormente.
Ramsés III fue el último gran rey del Imperio Nuevo, el país hizo un alto en el camino de su decadencia. Consiguió reformas administrativas y sociales. Tebas volvió a ser la gran capital. Ramses III careció víctima de una intriga palatina
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